En mi jardín encantado me encontraba,
infeliz pero despreocupada,
a mi te acercaste y compañía me ofreciste
un pequeño enano me advirtió que eras malvado
y que mucho daño habías causado,
yo sin escucharlo a ti te seguí,
pensando que ibas hacerme feliz,
muchas promesas dejaste morir,
muchas horas espere sin sentir,
desilusionada y perdida,
esperándote en mi jardín me encontraba,
pero sin fin fue mi espera,
no podía dejarte ir, aunque así lo quisiera,
pues en el trajín descubrí que no eras malvado
sino que andabas perdido y despistado.
Todavía me encuentro aquí, en mi jardín encantado
esperando a que un día te encuentres a ti y vengas por mí.
Carmen Acosta
23 de septiembre de 2005
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